Tlatelolco 68

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HABRÍA QUE LAVAR NO SÓLO EL PISO: la memoria.
Habría que quitarles los ojos a los que vimos,
asesinar también a los deudos,
que nadie llore, que no haya más testigos.
Pero la sangre echa raíces
y crece como un árbol en el tiempo.
La sangre en el cemento, en las paredes,
en una enredadera. nos salpica,
nos moja de vergüenza, de vergüenza, de vergüenza.

Las bocas de los muertos nos escupen
una perpetua sangre quieta.

de Jaime Sabines, Uno es el poeta. Antología, Colección Visor de Poesía, 2oo3

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