Mis dos realidades
Era un pequeño dios: nací inmortal.Un emisario de oro
dejó eternas y vivas las aguas de la mar,
y quise recluir el cuerpo en su frescura;
pobló de un son de abejas los huertos de naranjos,
y en tomo a tantos frutos se volcaba el azahar.
Descendía, vasto y suave, el azul
a las ramas más altas de los pinos,
y el aire, no visible, las movía.
El silencio era luz.
Desde el centro más duro de mis ojos
rasgaba yo los velos de los vientos,
el vuelo sosegado de las noches,
y tras el rosa ardiente de una lágrima
acechaba el nacer de las estrellas.
El mundo era desnudo, y sólo yo miraba.
y todo lo creaba la inocencia.
El mundo aún permanece. Y existimos.
Miradme ahora mortal; sólo culpable.
de Francisco Brines, Palabras a la oscuridad, 1966.
3 comentarios:
Respuesta a Olga:
La tercera la que no da la tele, en la que vivimos todos, excepto Ana Rosa, ella es la Alicia atrapada en el espejo.
Sra. Sombrilla
buena!
gracias multiples
¡Qué hermoso poema!
Gracias por descubrírmelo.
Un abrazo saturniano :)
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