Noche de Reyes

Con la mano el niño Tomás hacía fuerza para que nadie abriese la puerta de la alacena a la que había corrido a refugiarse. "Es muy importante no verles cuando te dejen los regalos porque se pueden enfadar mucho." Por más advertencias que sus padres le habían hecho respecto a esa noche, nunca imaginó que fuera a tener tanto miedo. Sintió el ruido de la puerta cuando iba al baño. No tenía tiempo de volver a la cama, así que se escondió rápido en la alacena pequeña de la cocina. Luego comenzaron los golpes. Ellos debían estar cansados de repartir regalos, porque sonaba como si tropezaran con todo. No hablaban, pero por los pasos debían ser tres o cuatro, quizás, pensó el niño, estaban con alguno de sus ayudantes. Fue sólo al escuchar las voces de sus padres, y más tarde, con el grito de su madre, cuando pensó que sentía más miedo del que imaginaba.

Tarde, mucho más tarde, cuando el niño Tomás ya no hacía fuerza con la mano para que nadie abriese la puerta de la alacena a la que había corrido a refugiarse, más tarde, cuando su mano la sujetaba ya una vecina llorosa, que le besaba la cabeza y muchas personas se movían con cara de preocupación, sin apenas querer mirarle; entonces vio salir de la casa dos regalos muy grandes, envueltos en un papel brillante. Y pensó que los Reyes Magos no se andaban con bromas.


Nota: Este relatillo tiene justo un año. Fue una tarde muy tranquila currando en el barucu. Es un poco de trampa, pero estas últimas tardes no han tenido mucho de tranquilas.

Ya sabéis, nada de esperar despiertos a los Reyes Magos....

2 comentarios:

Pablo Suárez | 6 de enero de 2008, 16:43

he reactivsdo el blog, creo :)

saturniana | 7 de enero de 2008, 7:02

estos reyes magos no se andan con chiquitas, que mal rollo...