Gotothepast

(Estampas que han de helarte la razón)

No puede ser. Lo dicen los científicos -sí, esa especie en peligro diario de existencia-, dicen, que no, que nada de viajar al pasado a ver cómo se conocieron nuestros padres o matar a nuestro abuelo o pisarles la cola a los diplodocus. Pero nosotros no viajamos al pasado, lo traemos de nuevo a los escaparates de la calle y la televisión y los escaparates todos digo. 
Sólo con una vuelta al pasado me explico imágenes como la que hoy pasó fugazmente por el Telediario de las tres de la tarde. La Reina se había pasado por los pueblos hace días inundados del Pirineo aragonés. Y en un balcón, con bandera de España colgada, una estampa de políticos y monja con su hábito comansi (hábito completo). Un momento. Un recurso dentro de una colección de imágenes. 
Pero ahí esa España de ellos, de simbología innegable y anterior.

Y una, que por geografía y llingua es de tiempos pretéritos simples, no se sustrae de la imagen y de esa vuelta al pasado que día a día y comentario a comentario parece quererse hacer presente único.

Así que estamos retrocediendo en el tiempo. Así la cultura. Así el conocimiento. Así los derechos. Retroceso que nos contamos desde nuestros smartphones, por lo que retroceso más veloz. 
Para quien retroceda, claro, que las individualidades y los pequeños núcleos de resistencia son (somos) otro asunto. 

                                                                                                            
Retrocedemos, digo, y ahí vuelve la terrible estética de lo cañí, lo clerical, el pensamiento grande y único -más grande y único que pensamiento-, y ya tal. 
Pero no todo el ir p' atrás en conceptos comparte estas formas rancias y alcanforadas. No siempre viene con feria taurina o cantares ñoños de vestidos babydoll y diademas que apretaban demasiado las ideas. Que si a la España franquista de peineta y mantilla sólo le falta llevar la etiqueta vintage para que a un grupo de modernos la pongan de moda en su barrio (o un par de descerebradas a sueldo de lo público en su partido), no menos mérito tienen la MTV, Alaska y Mario o los catálogos de moda de Inditex
La MTV optó por llevar la telerrealidad a un nuevo nivel de deficiencia y estupidez, que por la península ibérica no sabíamos lo que nos estábamos perdiendo. Para ellos todo el reconocimiento con eso de que es preciso ser frívolos, que tan serios se nos queda una cara espantosa y no follamos. La frivolidad como nueva intelectualidad. Somos taaaan listos que leemos el detritus de la prensa rosa adolescente, porque nuestra lectura es supercool. Estamos taaaan de vuelta que ironizamos con los roles de hombres y mujeres porque, uff, vamos, es que eso está superadísimo, ¿no? Vamos, que esto no es África y aquí la crítica ya la podemos hacer y ya tal. Quizás sea la incompetencia propia en eso de ser cool, que no se me da, pero a mí esas actitudes siempre me recordaron a alguna pandilla de la época universitaria que veían muy auténtico ir a los chigres de toda la vida de Oviedo. Pero auténtico como si fueran a unas cuevas prehistóricas con sus happydent en la boca y sus fotos con cara de "qué fuerte el éste sitio donde estoy". Lo describe muy bien Carlos Clavijo en un pasaje de su novela Alas de pollo.


Vuelvo. Digo, somos taaaan tanto que los bolsos de temporada rezan lemas como éste. Y se compran. Se compran como plan de vida, y luego hay hasta quien los paga. 

Espero que esto no sea en parte consecuencia de la desastrosa versión del clásico popular de "Al saltar la barca" que hizo Nacho Cano y que nos hayamos olvidado de la letra de la canción.  

Al saltar la barca 
me dijo el barquero: 
las niñas bonitas no pagan dinero.
-Yo no soy bonita
 ni lo quiero ser. 

Y aquí, por un escueto sondeo que hice a algunas personas de mi generación, nunca estuvo claro lo que seguía. 
Fue Belén Gopegui, en una cena hace unos meses, quien me lo desveló:  
Yo pago billete
 como una mujer.

Pero ahora mejor que pagar, es que paguen por nosotras. Si una tiene la suerte de ser lo bastante guapa, claro. Las guapas no trabajan. Nada sabemos de los guapos, que para ellos no está pensado este fantástico portatodo

Lo mejor es ese modo en el que se toma un discurso ahora en auge: el modo de entender el trabajo (más por su ausencia y falta que por una crítica sobre el cómo se nos ha incrustado en lo más profundo de la escala de valores la necesidad de producir, y qué merece ser producido y qué no importa y no se paga, y por tanto no vale en absoluto). Cuestionamos el trabajo desde lo accesorio. Para qué va a trabajar una chica bonita que puede conquistar a una nómina mensual, de las que todavía quedan, hecha carne.

Vamos hacia atrás, pese a la imposibilidad física de tal hecho. Y toda crítica al respecto se toma como extremismo (ay, yo igualdad sí, pero feminismo... es que tan sólo la palabra ya me espanta de radicalidad!) o peor: falta de sentido del humor. 

Igual que cuando se la colaron a tanto espectador "inteligente" con eso de que Torrente contenía una visión irónica.


*Fotografía tomada en 2002, durante el España - Eslovenia
** Catálogo de Bershka (colección primavera-verano 2013)

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