Animales paradójicos





Una de las cintas VHS que más vimos de niños mi hermano y yo fue Regreso al futuro II. Mucho más que la I y desde luego mucho más que la III (¿podemos negar la III? ¿nos hacemos ese favor?). A mí me encantaba, llegados a la parte en que Doc le explica a Marty la fractura que se ha producido en el pasado y cómo ha creado una realidad alternativa, parar la película y hacer un esquema para que mi hermano, más pequeño que yo, lo entendiera. La paradoja del abuelo no guardaba secretos para mí, Zemeckis mediante, a los once años. 
Hay paradojas que no necesitan viajar al pasado a matar a su abuelo para tener lugar. Les basta con matar al sentido común, a poder ser por nuestra espalda. 
Esta semana se han aprobado al mismo tiempo La Ley de Transparencia y La Ley Mordaza. Resulta cuando menos rocambolesco darle algún tipo de credibilidad a la primera existiendo la segunda. Al fin y al cabo, la transparencia para existir precisa que se corrobore su condición de transparente. Si en la ventana de la cocina me colocan un cristal translúcido cuando yo he pedido uno transparente y a la hora de quejarme a la persona que lo ha instalado ésta no me deja hablar e insiste en que es transparente lo será tan sólo porque esa persona lo dice y porque yo estoy amordazada o muda por prevención. Quizás decir que no, que eso que me acaba de instalar es translúcido nada más porque yo no veo más que formas  y colores sin ninguna definición me cuesta el doble que la propia ventana. Y no está una para pagar tres veces por una ventana a través de la que no se ven más que borrones. 
Ahí la paradoja. Si el único sentido de una Ley de Transparencia es la de ofrecer garantías a la ciudadanía sobre el buen hacer de quienes gobiernan y gestionan la administración pública, y al mismo tiempo se le niega a esa ciudadanía el derecho a réplica so pena de multa (y en nuestros tiempos una multa puede ser el primer paso de un desahucio a corto plazo, y esto es así), quienes se dicen transparentes lo serán por imperativo propio, pero no respondiendo al significado del término.
Imagino al pobre Emmet Brown tirándose aún más de los pelos electrificados, siendo ya un científico reconocido tras haber dinamizado los viajes en el tiempo y generado un mercado tan resultón como el de la telefonía móvil, recibiendo por fin una invitación a participar en un encuentro horizontal y contrario a las élites. Con la paradoja a contrapelo y diciendo: Esta gente no ha entendido nada

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