Sin aliento


A unos les gusta la montaña, a otros les gusta la orilla del mar,
dice Jean-Paul Belmondo
a la cámara en la primera escena.

A unos les gusta dormir boca arriba,
a otros les gusta boca abajo,
estoy aquí en la cama pensando-

unos toman la forma del asesinado,
inmóviles boca arriba toda la noche,
otros flotan boca abajo en las oscuras aguas.

Después están los que como yo
prefieren dormir de costado,
rodillas agrupadas en el pecho,

cabeza descansando en un brazo doblado
y una suave puño que roza la barbilla,
que es como me gustaría que me enterrasen,
encogido en un ataúd
con un pijama limpio de algodón,
una almohada de pulmón bajo mi pesada cabeza.

Tras una vida de ánimo vigilante
y de inquieta vigilia,
estaré más que listo para dormir,

así que no os fijéis en el traje negro,
la corbata ridícula
ni es mis mustias manos pálidas cruzadas sobre el pecho.

Bajadme a mi sueño profundo,
encogido en mí mismo
como el feto más anciano de la tierra,

y mientras las vacas miran por encima del muro
del cementerio, dejadme descansar aquí
en mi pequeña habitación de tierra,

las pestañas glaseadas con hielo,
las raíces de los árboles aproximándose,
y con sueños que ya no me asusten.



de Billy Collins, Lo malo de la poesía y otros poemas, Traducción de Juan José Almagro Iglesias, Bartleby Editores.

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