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Heme aquí al borde del espacio y lejos de las circunstancias
me voy tiernamente como una luz

hacia el camino de las apariencias.
Volveré a sentarme en las rodillas de mi padre
una hermosa primavera refrescada por el abanico de las alas
cuando los peces deshacen la cortina del mar
y el vacío se hincha por una mirada posible.

Volveré sobre las aguas del cielo.

Me gusta viajar como el barco del ojo
que va y viene en cada parpadeo.
He tocado ya seis veces el umbral
del infinito que encierra el viento.

Nada en la vida
salvo un grito de antesala.
Nerviosas oceánicas qué desgracia nos persigue
en la urna de las flores impacientes
se encuentran las emociones en ritmo definido.

de Vicente Huidobro.

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