Más críticas (y esta no es mala)
Carlos José Martínez publicaba ayer en La Nueva España una crítica bajo el título Metáforas cargadas de metáforas sobre el espectáculo de spoken word del viernes en la Laboral.
Puede que sea una novedad. Una de esas novedades que realmente merecen la pena. La poesía, la voz prestada y la palabra en consonancia casi perfecta con la música. O la ecuación al revés, la música sirviendo de pretexto auténtico y manierista a las palabras, las palabras prestadas, robadas, las metáforas ocasionales del poeta y la mujer, el poeta y la poetisa que llegó con la bruma y nos envuelve de un manto aterciopelado y gris que despliega y rompe en azules y violetas llenando el espacio que Laboral Escena les presta.
Los holandeses, con vitola de frialdad excesiva, resolvieron con autoridad el escaso cometido al que la propia palabra los ha sometido.
"Spoken word" no presenta un cartel atractivo de figuras de primeras plazas. Sin embargo, el empeño de este primer serial o festival inédito en estas latitudes, al menos en cuanto a formato se refiere, cala hondo, tiñe y redobla las expectativas de aquellos que lo soñaron de los que lo soportamos -entiéndanme sin doblez alguna- entre atónitos y sorprendidos: poesía, palabras decía, que recibe el regalo de una banda sonora -desde luego no la mejor ni la más adecuada, en mi modesta opinión- y que no deja de ser una versión reciclada de las otras veladas poéticas en las que sin definición, ni cultura underground, ni maquillaje de visionarios rancios, llenan igualmente, pero sin la inconfundible visera del pop, del rock gastado, los espacios prestados o robados a los programadores que sí ven en esta estética, en esta forma de rebelarse contra lo establecido, una nueva visión metacultural que todo lo fecunda de adjetivos nuevos y que más se asemejan a una letra apasionada de un poeta beat, un letrista cool, que a un poeta de raza y casta como Hierro o, si me apuran, el autor del "Gijón del alma".
No malinterpreten el desplante. La envidia sana me asalta cuando contemplo la bisoñez de Castañón llenando enteramente el tiempo con su sola presencia escénica. Pablo Texón convence y las tablas se evidencian verso a verso; la mujer que reta al poeta, la poetisa, la poeta, la que en igualdad de condiciones, literalmente, se merienda al hombre.
Y de nuevo la música, como colchón sobre el que retozar como peces en el agua. El listón no está demasiado alto, la verdad. La repetición consigue que el gesto mejore y que con el tiempo la novedad de una propuesta cale hondo y convierta a estos poetas escapistas en figuras de lo popular, de lo cotidiano y abanderados de una auténtica y revolucionaria -por Dios, no se vayan por las ramas- cultura pop que nos salve de lo insostenible y el aburrimiento de los que tan sólo escriben para escapar sin el destino o la muerte nos depare. En definitiva, nos referencien frente a los que nos precedieron y han de venir.
Cuestión de gustos, pero ojalá se animen y se acerquen. Es la mejor manera de descubrirse y, de paso, aprender a amar lo que habitualmente ni siquiera nos atrevemos a mirar.
En buena hora.
Puede que sea una novedad. Una de esas novedades que realmente merecen la pena. La poesía, la voz prestada y la palabra en consonancia casi perfecta con la música. O la ecuación al revés, la música sirviendo de pretexto auténtico y manierista a las palabras, las palabras prestadas, robadas, las metáforas ocasionales del poeta y la mujer, el poeta y la poetisa que llegó con la bruma y nos envuelve de un manto aterciopelado y gris que despliega y rompe en azules y violetas llenando el espacio que Laboral Escena les presta.
Los holandeses, con vitola de frialdad excesiva, resolvieron con autoridad el escaso cometido al que la propia palabra los ha sometido.
"Spoken word" no presenta un cartel atractivo de figuras de primeras plazas. Sin embargo, el empeño de este primer serial o festival inédito en estas latitudes, al menos en cuanto a formato se refiere, cala hondo, tiñe y redobla las expectativas de aquellos que lo soñaron de los que lo soportamos -entiéndanme sin doblez alguna- entre atónitos y sorprendidos: poesía, palabras decía, que recibe el regalo de una banda sonora -desde luego no la mejor ni la más adecuada, en mi modesta opinión- y que no deja de ser una versión reciclada de las otras veladas poéticas en las que sin definición, ni cultura underground, ni maquillaje de visionarios rancios, llenan igualmente, pero sin la inconfundible visera del pop, del rock gastado, los espacios prestados o robados a los programadores que sí ven en esta estética, en esta forma de rebelarse contra lo establecido, una nueva visión metacultural que todo lo fecunda de adjetivos nuevos y que más se asemejan a una letra apasionada de un poeta beat, un letrista cool, que a un poeta de raza y casta como Hierro o, si me apuran, el autor del "Gijón del alma".
No malinterpreten el desplante. La envidia sana me asalta cuando contemplo la bisoñez de Castañón llenando enteramente el tiempo con su sola presencia escénica. Pablo Texón convence y las tablas se evidencian verso a verso; la mujer que reta al poeta, la poetisa, la poeta, la que en igualdad de condiciones, literalmente, se merienda al hombre.
Y de nuevo la música, como colchón sobre el que retozar como peces en el agua. El listón no está demasiado alto, la verdad. La repetición consigue que el gesto mejore y que con el tiempo la novedad de una propuesta cale hondo y convierta a estos poetas escapistas en figuras de lo popular, de lo cotidiano y abanderados de una auténtica y revolucionaria -por Dios, no se vayan por las ramas- cultura pop que nos salve de lo insostenible y el aburrimiento de los que tan sólo escriben para escapar sin el destino o la muerte nos depare. En definitiva, nos referencien frente a los que nos precedieron y han de venir.
Cuestión de gustos, pero ojalá se animen y se acerquen. Es la mejor manera de descubrirse y, de paso, aprender a amar lo que habitualmente ni siquiera nos atrevemos a mirar.
En buena hora.
1 comentarios:
en fin, coses de los "plumillas" d'oficiu que tienen d'enllenar la maqueta acutada de la crónica con palabres valeres, tengan sentíu o non: nes estayes de Cultura y Espectáculos de la edición local del grupu Prensa Canaria o del grupu Correo nun piden coherencia a los redactores...estraña descripción esa de que la to bisoñez enllenaba de presencia tol espaciu escénicu, nun sé paez un poco contradictorio, la bisoñez denota más bien invisibilidá, escasa presencia, pero igual el reporteru dicharacheru de La Nueva Castaña quier dicir que la to presencia discreta o tímida yera una manera eficaz de facese notar...lo de les palabres crudes, nun-y deas más vueltes, yo cuido que foi pol acentu...a los oyíos d'un sevillanu
l'acentu de la cuenca suena-y siempre a "pescaíto crudo"...A los espectaores nativos, sicasí, les tos palabres y les de Pablo, emocionáronmos, quiciabes porque yéramos cómplices privilexaos de la verdá que guariaben los vuestros versos...Asina que güeyu al parche y Códigu Cernuda: cuando un desplante sientan los vuesos oyíos, que'l vuesu corazón interprete un aplausu...
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