La educación bidireccional

Lo bueno de quedar con el capitán no es sólo que las cañas con él siempre son divertidas y que compartimos maldades e ingenios, sino que con la excusa de esa tesis de la que un día todos beberemos sedientos de un poco de tradición bien analizada, acabamos hablando de leyenas y bestiarios. Él, que sabe muchísimo, más de lo primero y yo, que qué le voy a hacer, más de lo segundo.
La diferencia es que el otro día, buscando ya no recuerdo qué, encontré un híbrido increíble con historia triste: la hormiga-león. Y sí, como si de un juego infantil se tratara, en una de sus apariencias*, es mitad león (la delantera), mitad hormiga. Que difícil, pensamos, mantener la elegancia al caminar de los grandes felinos con la ridícula tracción de los insectos, qué diferencia el pelaje mate y denso de unos con el brillo de caparazón de los otros. Aunque nada de esto es terrible.
Se dice que este ser proviene de un padre carnívoro y una madre hervíbora, y que por tanto no puede comer carne -esto va en contra de lo que le enseña su madre-, ni alimentarse de plantas -porque estaría oponiéndose a la educación paterna-.
Éste es un animal condenado a morir de hambre.
Y uno no puede dejar de sentir un escalofrío cuando, trasladando mucho el asunto, recuerda esa pregunta ignorante y capciosa que los adultos se emperran en hacer los niños: y tú ¿a quién quieres más, a papá o a mamá?


*porque la zoología utiliza ese nombre para referirse a las más pequeñas y valientes de un hormiguero

0 comentarios: