Los riesgos de coger un avión

Soldado que huye
Laura Casielles
Hesperya, 2oo8. 60 páginas


“En el caso de una pérdida de presión en cabina durante el vuelo, se abrirá automáticamente –las azafatas, escalonadas en tres puntos de un pasillo eterno, señalan al compartimento encima de los asientos- (…), dejando visibles las máscaras de oxígeno. Tire de una de las máscaras –y Mariluz, la azafata morena que tiene a su derecha, se coloca la máscara en la nariz y en la boca mientras muestra cómo es capaz de respirar normalmente- (…) Asegúrese de haber colocado bien su máscara antes de ayudar a alguien más”.
Pero no se crea usted, habitante de esta región sin alas –Ranón es sólo bruma-, que esto va de instrucciones de vuelo. Esto, en todo caso, va de advertencias de lectura. Tenemos un extenso, repetido hasta la misma saciedad que provocan los ganchitos que ofrece Iberia, discurso de cómo actuar si ocurre alguna incidencia durante el vuelo. Volamos, porque es rápido, porque es cómodo, porque ya no es tan caro como hace años, porque –aunque alguna noticia nos acerque el terror- sigue siendo el medio de transporte más seguro.
Por qué leemos no está tan claro. Probablemente porque es cómodo para que la mente vuele rápido. Lo que nadie dice es que sea seguro. Y un libro como el que la joven Laura Casielles (Pola de Siero, 1986) acaba de publicar en la –también joven- editorial Hesperya provoca vértigo, cambia el pulso y quién sabe que otra duda no reflejada entre los efectos secundarios. Soldado que huye habla de aviones, de esperas, de batallas y del modo en que perder no es una pérdida.
En los poemas de Casielles conviven de un modo doméstico dragones rojos y vegetación china, suicidas y políglotas, familiares ausentes y filósofos familiares, París y el mundo. Entre las virtudes de este primer libro está la sinceridad a través del artificio de no confesarse, la sencillez de quien no utiliza la poesía como reafirmación si no como vehículo para hablar claro, y sentido.
Los riesgos de coger un avión están muchas veces en las llamadas hechas desde el aeropuerto, en la soledad de las salas de espera, en eso de salvarse a uno mismo antes de salvar a nadie más. Laura Casielles sabe que soldado que huye sirve para otra batalla. Por eso dice “que en los diccionarios de mi casa esperar/ habla de espera a la vez que de esperanza”.


Artículo publicado hoy en el suplemento Cultura de La Nueva España.

1 comentarios:

Krasnaya | 15 de enero de 2009, 9:55

Wow. Impresionante. Tengo que pillar el libro de Laura, no lo tengo.

Y a ver si me puedes dejar un día de estos Amarraza, que tengo ganas de leerlo :D

(Y yo debería devolverte los cienes de libros tuyos que tengo aquí... pero esa es otra historia... XD)