Aperturismo

Los dos hombres viajan en avión por primera vez. Se conocen tan sólo de intercambiar conversaciones por teléfono. Sobre todo hablan de cine. Nunca antes han estado en algún país del este. Disimulan, sí, pero aunque ya no son unos críos, las tripas les bailan de entusiasmo. El primer destino es Polonia. Allí se entrevistarán con varios productores de cine. Saben que las películas que ruedan allí son realmente buenas. En el país de los dos hombres no se hace cine para niños. Uno de ellos, un poco más joven, dibuja y hace bocetos durante el trayecto. El otro, de barba, muy delgado, pasea la vista del libro -está leyendo a Unamuno- a la ventanilla. La visión de las nubes lo aleja de la España finisecular y oscura que aparece en las páginas.
Los dos hombres llegan en silencio al aeropuerto. Saben que comienzan algo. La revolución en las tripas no les dejará comer nada hasta pasadas varias horas. Y no es la única revolución que les nace dentro.

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