La nevera

el dueño de la casa
y de nuestras vidas
decidió un día encargarse
de la compra
dijo que ella
gastaba demasiado en comida

así que compraba los sábados
una vez a la semana

los suministros no eran suficientes
y, agotadas las reservas, mi madre
debía suplicar por un poco de dinero para el pan

nos asomábamos a la nevera el lunes
y resonaba el eco en sus paredes blancas

a veces el dueño de la casa
llegaba contento porque su madre
le había dado una cazuela de legumbres
“que iba a tirar a la basura”

no éramos pobres
o no tan pobres como en las barriadas

pero al dueño de la casa le gustaba ahorrar
y su madre, la mujer que pagaba sus honorarios,
le debía varios meses de sueldo

por eso en la nevera, a menudo,
había un limón verde, una caja de leche
y alguna cebolla que perdía su humedad

eso era todo: aquella nevera se parecía a él.

de Jose Ángel Barrueco, No hay camino al paraíso, Ya lo dijo Casimiro Parker, 2oo9.

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