Una reflexión que justifica el autobombo: o presentación
Pues sí, una, de vez en cuando, le da vueltas a las cosas (no va a ser todo "hacer", que por estas cabezas también habitan ideas), y con la presentación de Tiempu de render ahí, a la vuelta, pensaba en qué demonios tenía yo que decir para invitar a quien quiera a pasarse por ahí, amén de que habrá vinito y cosas ricas después, o de que, a lo tonto, nos juntaremos unos cuantos amigos (y qué mejor reclamo). Le daba vueltas, en fin, a por qué se hacen estas cosas. Lo de las presentaciones. A por qué se hacen más allá del vender libros (que al fin y al cabo yo no tengo una editorial), más allá de la vanidad de escucharse una leer un par de poemas (que al fin y al cabo tengo grabadoras en las que hacerlo), más allá de la cuestión mediática (que ya desde el principio le tengo un poco de perceguera, y esto no es impostura -y qué de mediático podrá tener la poesía, "si yo quisiera vender ponía una tienda", que dicen Calle13). Es decir, realmente, por qué.
Y he recordado entonces el tiempo de Tiempu de render, de componerlo, de ir encontrándole algo para hacerle la respiración asistida a aquel compendio. Ese puntito en el que pasaba de ser una mixtura difusa a ser algo mucho más concreto. No cuento nada nuevo, esto suele ser más o menos así. Pensé en que todo eso es algo deliciosamente solitario, algo propio, tan propio como aquellas cosas que nos emocionan tanto que ni compartimos. Deliciosa pero condenadamente solitario. Porque hay momentos, y no seré yo quien diga que se sufre mucho con esto (qué cansancio de discurso), en los que lo solitario no mola, a lo llanero. Hay momentos en que jode, en que es un asalto continuo con uno mismo en el que siempre se pierde. En el que te frustras y no hay empatía por ninguna parte porque, coño, es solitario. En que una se cansa de una y la respuesta garabateada de en frente, en la pantalla, también se cansa de una. Momentos algo perros, tampoco más.
Y entonces he pensado que tienen sentido estos momentos que, con la excusa de presentar un libro, de leer poemas (incluso otras muchas, más deliberadamente originales), se comparte lo que se ha hecho en vivo. Que escribimos con la idea del diferido, sí, claro. Pero de vez en cuando qué bien participar de esa comunión, juntarnos porque estamos tan locos como para que este código nos diga algo, o porque somos amigos y amamos las locuras de quienes forman nuestra pandilla.
Que esto no es discurso Coca Cola, a ver si no me explico mal. Que es más bien que me preguntaba si había algún sentido para exponerse en directo delante de un público diverso con un libro entre las manos. Y es que no es exposición, claro. Es mucho más sencillo.
Y al margen, el miércoles a las 19.30, vinito y cosas ricas, y amigos. Y lo demás también.
Y he recordado entonces el tiempo de Tiempu de render, de componerlo, de ir encontrándole algo para hacerle la respiración asistida a aquel compendio. Ese puntito en el que pasaba de ser una mixtura difusa a ser algo mucho más concreto. No cuento nada nuevo, esto suele ser más o menos así. Pensé en que todo eso es algo deliciosamente solitario, algo propio, tan propio como aquellas cosas que nos emocionan tanto que ni compartimos. Deliciosa pero condenadamente solitario. Porque hay momentos, y no seré yo quien diga que se sufre mucho con esto (qué cansancio de discurso), en los que lo solitario no mola, a lo llanero. Hay momentos en que jode, en que es un asalto continuo con uno mismo en el que siempre se pierde. En el que te frustras y no hay empatía por ninguna parte porque, coño, es solitario. En que una se cansa de una y la respuesta garabateada de en frente, en la pantalla, también se cansa de una. Momentos algo perros, tampoco más.
Y entonces he pensado que tienen sentido estos momentos que, con la excusa de presentar un libro, de leer poemas (incluso otras muchas, más deliberadamente originales), se comparte lo que se ha hecho en vivo. Que escribimos con la idea del diferido, sí, claro. Pero de vez en cuando qué bien participar de esa comunión, juntarnos porque estamos tan locos como para que este código nos diga algo, o porque somos amigos y amamos las locuras de quienes forman nuestra pandilla.
Que esto no es discurso Coca Cola, a ver si no me explico mal. Que es más bien que me preguntaba si había algún sentido para exponerse en directo delante de un público diverso con un libro entre las manos. Y es que no es exposición, claro. Es mucho más sencillo.
Y al margen, el miércoles a las 19.30, vinito y cosas ricas, y amigos. Y lo demás también.
7 comentarios:
no te imaginas lo bien que me ha venido leer tu post
suerte y un besazo
Tu reflexión es otro motivo más para ir a escucharte, porque hay motivos varios para celebrar que llega ese Tiempu de Render. Ojalá estuviera un poquito más cerca. Grande, que eres muy grande. ¡Que todo salga bien!
es que escucharte mola, hija.
a ver si coincidimos, leñe.
Mmm, ya, ya, sí, sí...
¿Y dónde decías que es la presentación?
En la Residencia de Estudiantes, darling "anónimo".
Manolo, ud sí que mola!
Gracias, Sara. Qué ganas de volver a coincidir...
Carmen, qué bien. Siendo así, todo texto queda justificado (aunque los renglones se escapen para la izquierda).
Felicidades por este nuevo beb�. Ah� estar� en el post parto.
Un abrazo.
Gio.
Te vi en Sevilla con el Cangrejo (Iván Onia, amigo de Álvaro Escriche) y sé la respuesta a esa duda. Aunque coincida con Jose Emilio Pacheco acerca de los recitales (leer el breve poema "Contra los recitales", de J. E Pacheco) fue un verdadero placer escucharte, si estuviera por allí no me lo perdería, una pena. Un saludo Sofía.
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