Fin de jornada, de Tomás Segovia
Cae la tarde flotando en la tibieza
como un gran trapo en unas aguas quietas
El mundo desvaría de fatiga
Hasta los niños saben que a esta hora
nada ya que se haga o se diga o se piense
dejará algún vestigio en ninguna memoria
ni rastros en ninguna arena
La gente vuelve a sus rediles
con ecos en sus voces de esquilas melancólicas
y tribales balidos
Hay que juntarse y recogerse
hay que soltarlo todo de las manos
y dejar allá lejos y a oscuras las tareas
para que duerman solas
con la vaga certeza conformista y leal
de que todo regresa con cada nuevo día
sin ánimo bastante para que no nos baste
siempre saber que volveremos
aunque nunca por qué
Pero es que la fatiga misma
que apaga las preguntas es también
un modo que tenemos de saber en silencio
que sólo quien no hubiera de regresar ya nunca
preguntaría de verdad perdido
en la noche sin fuego ni esperanza.
Y claro, cómo no sentirnos huérfanos.
2 comentarios:
oh *.*
Qué belleza. Gracias por bajarlo.
Ernesto
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