Los ojos que bailan

Este es un extracto de la entrevista que hoy sale publicada en OviedoDiario. Curiosamente, no se habla de su faceta como cantante... despistes, supongo.





A Pablo Texón los ojos le bailan sobre el papel. Puede que sigan un tango en Buenos Aires, o el ritmo de Miles Davies. Se le nota porque, de vez en cuando, hacen alguna pirueta, que es su manera personal de percibir el mundo. Una percepción del mundo que los lectores ya habían podido descubrir con Toles siendes (Trabe, 2003) con el que ganó el Premiu “Nené Losada Rico”. El año pasado publicó Xulia, la traducción de la dramaturgia que Arturo Castro y José A. Lobato hicieron en torno a la obra de Strindberg y un libro de relatos con el título de Catedral, en el que muchos descubrían su talento narrativo. Ahora, La culpa y la lluz, su último poemario hasta el momento, ha sido premiado con el prestigioso Teodoro Cuesta. Y los ojos no mienten: le bailan un poco más, es la clave para seguir escribiendo.

“No creo que un premio signifique que esa obra tiene calidad, pero tampoco lo contrario”

·-¿Cuál es su catedral a la hora de escribir?
Yo estuve algo lastrado por estudiar Filología y siento una tendencia, sobre todo teórica, a hacer una separación muy radical entre autor y voz narrativa o voz poética. Con el tiempo me di cuenta que en realidad había una gran parte de mi vivencia que impregnaba los relatos y los poemas. En ese sentido, la catedral puede ser mi propia vida, con todas las ramificaciones que eso puede tener.

·- ¿Se siente cronista de un generación?
Evidentemente sí que soy hijo de mi tiempo y estoy receptivo a todas las influencias que tenemos en la actualidad. Y sí que hay una muestra de esa tensión latente de la realidad asturiana, de la ruralidad-urbanidad.

·- No le tiene miedo a las referencias concretas y temporales, eso que prohíben terminantemente desde los talleres literarios.
Yo concibo la escritura como una cura inmediata, y con suerte lo puede ser durante medio siglo. No me planteo otra longevidad en los textos, lo veo demasiado pretencioso. Tan sólo quiero curarme en el momento en el que lo escribo.

·- En Toles siendes, y podríamos decir que en toda su obra, hay un vértigo estático hacia la noche, hacia momentos sencillos.
Tengo el deseo de exprimir lo cotidiano pero por otro lado entiendo que es eso mismo lo que constituye la vida plena. Es a la vez un deseo de evasión y de concienciación del lugar que ocupas en la tierra.

·- Precisamente, hay una preocupación por la geografía emocional, por los lugares.
Siempre tuve una preocupación extrema por los ambientes y la sensación que te pueden crear. Eso me parece digno de ser plasmado en la literatura. Y aunque no sea un dato relevante, los lugares que pueblan esa geografía emocional en lo que escribo son sitios reales en los que he estado y que, obviamente, me han marcado.

·- Como Buenos Aires.
Tiene la cualidad de ser una ciudad en la que estuve en edades distintas y que determina un poco, por cómo la sentí en esos momentos, mi propia experiencia vital, de qué manera la ví a los quince y de qué manera a los veinticinco. En el fondo esto no hace más que constatar que tu propia experiencia vital modifica tu percepción del mundo.

1 comentarios:

ViTuELo | 4 de febrero de 2007, 6:51

solventaos los problemas técnicos...