La pared

Todos los habitantes de las puertas C y D del 13 de Honrado Valmayor recuerdan aún hoy cuando pudieron ver el mar. Fue todo gracias al extranjero, un tipo joven con muchos y extraños aparatos de lentes, que un día les dejó proyectado en la pared blanca del patio interior aquello que se veía desde las puertas A y B. Esa idea no tuvo la misma acogida por los habitantes de las otras dos puertas, que le obligaron a abandonar el edificio junto con todos sus endiablados aparatos.
Y desde entonces, en el patio interior que se veía desde las ventanas de las puertas C y D del 13 de Honrado Valmayor, ya sólo estaba la pared.

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