Los caminos aún no escritos
Pablo Valdés escribe canciones que son un viaje. Poco más de veinte años y un atillo lleno de sueños serían los dos ragos para componer un retrato un tanto ñoño de un cantautor que ha decidido alejarse de los tópicos.
No niega a sus padres -Dylan, Springsteen- porque prefiere pensar que la música es una conversación independiente del espacio, o del tiempo. Y, pese al estigma que conlleva su temprana edad -o el hecho de pertenecer a una generación de blanditos refalfiaos-, Valdés sabe hablar de algunas cosas fundamentales, sabe contar su propia experiencia y crear una atmósfera más cercana a la del songwriter estadounidense que la de la canción de autor. “El cantautor de allí -alude Valdés a Estados Unidos- es más de guitarra acústica y armónica. Aquí se centran más en el amor del que hablan que en la música con la que lo cuentan”.
Sí, es verdad que los viajes, las canciones, que uno puede encontrar en este primer trabajo de Pablo Valdés & The Crazy Lovers, bien se asemejan a un diario sentimental, a una bitácora de romanticismos -sin tuberculosis, ni góticos y en los que lo más parecido al suicidio es un suspiro de desamor muy prolongado- con una imaginería entre lo country y lo postmoderno (ese maravilloso término acuñado para que entre un poco de todo). Pero esto no es necesariamente malo, no en el caso de Donde te lleve la carretera, su disco debut.
Siempre se ha dicho que el primero que comparó a una mujer con una flor fue un genio y el segundo un perfecto idiota. Pablo Valdés se apoya en aquellos que encontraron las metáforas para contar sus historias sencillas porque sabe que quienes siguen las guías de aquellos que fueron dueños de sus pasos acaban trazando su propio camino, ése que aún no está escrito, que espera, en alguna estación de descanso de una carretera secundaria, a que él lo encuentre, para ponerle banda sonora.
No niega a sus padres -Dylan, Springsteen- porque prefiere pensar que la música es una conversación independiente del espacio, o del tiempo. Y, pese al estigma que conlleva su temprana edad -o el hecho de pertenecer a una generación de blanditos refalfiaos-, Valdés sabe hablar de algunas cosas fundamentales, sabe contar su propia experiencia y crear una atmósfera más cercana a la del songwriter estadounidense que la de la canción de autor. “El cantautor de allí -alude Valdés a Estados Unidos- es más de guitarra acústica y armónica. Aquí se centran más en el amor del que hablan que en la música con la que lo cuentan”.
Sí, es verdad que los viajes, las canciones, que uno puede encontrar en este primer trabajo de Pablo Valdés & The Crazy Lovers, bien se asemejan a un diario sentimental, a una bitácora de romanticismos -sin tuberculosis, ni góticos y en los que lo más parecido al suicidio es un suspiro de desamor muy prolongado- con una imaginería entre lo country y lo postmoderno (ese maravilloso término acuñado para que entre un poco de todo). Pero esto no es necesariamente malo, no en el caso de Donde te lleve la carretera, su disco debut.
Siempre se ha dicho que el primero que comparó a una mujer con una flor fue un genio y el segundo un perfecto idiota. Pablo Valdés se apoya en aquellos que encontraron las metáforas para contar sus historias sencillas porque sabe que quienes siguen las guías de aquellos que fueron dueños de sus pasos acaban trazando su propio camino, ése que aún no está escrito, que espera, en alguna estación de descanso de una carretera secundaria, a que él lo encuentre, para ponerle banda sonora.
Artículo publicado hoy en La Nueva España.
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