Encontraron el cuerpo esta mañana
atrapado en un prisma de deseo,
la camisa arrugada entre las manos,
grumos de halazepam bajo la lengua.

Kale se fue, pequeño y silencioso,
un pulmón encharcado de tristeza;
tierno como una flor de plastilina
no resistió el verano.

Su piel tenía el color de las paredes:
cisne de cal en el estanque sucio
de la vida.

de José Daniel García, El sueño del monóxido, DVD Ediciones, 2oo6.

1 comentarios:

Anónimo | 16 de diciembre de 2009, 4:58

qué desamparo, como el cielo hoy aquí