"Nada que demostrar", una reflexión

Al cuerpo le sientan bien algunas frases. Decirlas. Escucharlas. Desde el mismo diafragma, sienta bien decir que no se tiene nada que demostrar. Se queda un momento toda la liberación en la garganta, sube, sale. La oración es contundente, y es libre.
A estas alturas, no tenemos nada que demostrar. Y no por lo conseguido (¿qué es siempre lo conseguido? ¿visitas? ¿premios? ¿re-percusión? ¿lo que no deja de no-ser?), sino por lo que se va aprendiendo. La salud de estas frases reside en esa tranquilidad. Después de haber sido joven, de haber llevado el ímpetu y la urgencia como una diadema muy ajustada al cráneo. Después de haber querido decir que sabes, que haces, que eres, que pruebas, que puedes, que sí. Después de todo después de, entonces, no demostrar nada.
Hacer lo que uno quiere. Lo que uno cree. Dejándose llevar por el puro instinto.

Vengo de una saga de mujeres a las que los ingredientes les hablan. Echa de harina lo que te pida. ¿Azúcar? No sé, lo que te diga la masa. A mí no se me acaban de dar esas conversaciones, funciono a ojo, más que a oído. Por eso la música se me da poco y a ratos. Y por eso me lleno de información visual.
En Señor Paraguas hemos buscado la imagen que la canción pedía. No hemos hecho un videoclip. No sabemos muy bien, hoy, qué es un videoclip. Pero no es esto. No hemos hecho un anuncio, ni hemos improvisado una excusa visual. No hemos hecho arte, ni videoarte, ni perfovídeo, ni yoquésé.
Nos hemos juntado. Nos hemos vivido lo suficiente como para buscar qué. Lo hemos hecho como nos ha dado la Real Gana (que sería un fantástico nombre para un equipo de fútbol). Y esto es.

Dark la eMe no tiene nada que demostrar. Lo creemos firmemente. Y nosotros no queremos andar demostrando nada. Ahí también esta fe.




0 comentarios: