Elegía, de Mary Jo Bang

Si alguna vez se pensó en la escritura como terapia, llega Mary Jo Bang a extender el dolor. No hay cura. No hay plaquetas. Esta herida se derrama delicada y contundente (porque pueden convivir los dos estados) y nada la cierra. No el tiempo, un ciclo como un año que es muchos años. No la poesía. No el orden, que es orden a su manera. «Tuve una vida. Después un asesinato de ángeles cobardes/ que aparecieron vestidos de cuervos.» Drama sin catarsis. Explosión, pero no alivio. Como si algo pudiera doler, y doler, y no hacer otra cosa más que seguir doliendo. “Estos pájaros comen y comen. Todo se lo comen”.


Si quieres leer la reseña completa, ve a La tormenta en un vaso.


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