Huelga General, sí: de Consumo
¿Qué somos? ¿"Un hombre, un voto"? ¿Datos de encuesta? ¿Ítems de estadísticas? ¿Espectadores? ¿Radioyentes? ¿Público? ¿Internautas? ¿Butacas ocupadas en un teatro? Números, sí, vaya. Siempre números.
Está claro que somos trabajadores (o parados). Y está claro que aunque nos movilicemos (o más bien nos movilicen los sindicatos, y qué a destiempo, y qué desánimo) les importa poco. Porque los autónomos en huelga somos invisibles, o casi invisibles. Porque muchos empleados, en la última huelga general, fueron sustituidos en sus puestos de trabajo. Porque a muchos otros se les presiona con el despido. Porque cuando aprietan ahogan pero bien. Porque falta visibilidad en los medios, siempre.
También está más que claro que somos consumidores. Consumo, luego existo. Que aprovechamos, como sociedad, los días festivos para ir a comprar (festivos para quién, entonces). Que consumimos y somos nuestro número de tarjeta bancaria. Hace ya años, el escritor Manuel García Rubio explicaba que podemos tener el DNI perdido o caducado, que no pasa nada, pero nos cambiamos de banco o de entidad, y no pasa un día sin que exista un control sobre eso.
Eso, que somos consumidores. Pues dejemos de serlo.
Un día sin consumir. Un día de huelga real. Ni bares. Ni tiendas. Ni restaurantes. Ni móviles. Un día en el que no entre nadie en El Corte Inglés. En el que nadie se gaste un euro en una lata de CocaCola. En el que nadie compre una camiseta de cualquier tienda de Inditex. En el que nadie vaya a la Fnac o a Ikea (aunque tengan esa imagen buen rollera e independiente, como si se hubieran hecho multinacional sin querer, las muy majas). En el que no demos un duro a SONY, en el que no repostemos gasolina.
Un día sin consumir. No puede ser tan complicado. No les demos la razón. No somos consumidores. Somos ciudadanos.
Ya vale de ver qué nos hace el capitalismo. Que vea el capitalismo qué puede hacer sin nosotros.
Está claro que somos trabajadores (o parados). Y está claro que aunque nos movilicemos (o más bien nos movilicen los sindicatos, y qué a destiempo, y qué desánimo) les importa poco. Porque los autónomos en huelga somos invisibles, o casi invisibles. Porque muchos empleados, en la última huelga general, fueron sustituidos en sus puestos de trabajo. Porque a muchos otros se les presiona con el despido. Porque cuando aprietan ahogan pero bien. Porque falta visibilidad en los medios, siempre.
También está más que claro que somos consumidores. Consumo, luego existo. Que aprovechamos, como sociedad, los días festivos para ir a comprar (festivos para quién, entonces). Que consumimos y somos nuestro número de tarjeta bancaria. Hace ya años, el escritor Manuel García Rubio explicaba que podemos tener el DNI perdido o caducado, que no pasa nada, pero nos cambiamos de banco o de entidad, y no pasa un día sin que exista un control sobre eso.
Eso, que somos consumidores. Pues dejemos de serlo.
Un día sin consumir. Un día de huelga real. Ni bares. Ni tiendas. Ni restaurantes. Ni móviles. Un día en el que no entre nadie en El Corte Inglés. En el que nadie se gaste un euro en una lata de CocaCola. En el que nadie compre una camiseta de cualquier tienda de Inditex. En el que nadie vaya a la Fnac o a Ikea (aunque tengan esa imagen buen rollera e independiente, como si se hubieran hecho multinacional sin querer, las muy majas). En el que no demos un duro a SONY, en el que no repostemos gasolina.
Un día sin consumir. No puede ser tan complicado. No les demos la razón. No somos consumidores. Somos ciudadanos.
Ya vale de ver qué nos hace el capitalismo. Que vea el capitalismo qué puede hacer sin nosotros.
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