Pensar, debatir, aprender

Foto. Juan Tizón


a menudo nos limitamos a denunciar la evidente estafa que caracteriza el mercado cultural actual sin señalar los peores efectos de la capitalización de la industria del copyright. En las discusiones clásicas sobre el dominio público se daba por hecho que no había usura en los intercambios, que las mercancías culturales se vendían a su valor y aún así se planteaba los perjuicios para la esfera pública de ese mercadeo. Y precisamente quienes intentan hoy recuperar dicho debate yerran completamente su objetivo al identificar ese common expropiado con alguna tradición literaria o artística. Dentro del capitalismo del copyright uno puede seguir leyendo a Musil o escuchando a Satie (precisamente porque han pasado al ámbito privado), lo que no se puede hacer es leer un periódico o ver la televisión sin escuchar una sarta de mentiras completamente absurda. Es por eso que creo que el auténtico lugar de expresión estética de un mundo tan grotescamente estetizado como el nuestro es la prensa. Sé que resulta extraño pensar que en vez de Virgilio tenemos la CNN pero es la única conclusión que, al menos, hace justicia a Virgilio. Del mismo modo, la única forma de entender tanto a Goya como al Equipo Crónica es compararlos con algún tipo de contrainformación sobre la España del XIX y de la transición respectivamente y no, desde luego, con las ingentes muestras de manierismo pequeñoburgués que se conservan en la Tate Modern.
Extracto de "Copiar, robar, mandar", César Rendueles. 2003.
Aquí el texto completo.


Ayer compartí mesa y tarde con César Rendueles, con Nacho Vegas y con quienes asistieron a la conversación en torno a Cultura e Internet.
Distintos puntos de partida, muchos conceptos de base, mucho debate y mucho aprendido.

Ayer conocí por fin el CSOA La Madreña. Ver todo el trabajo que hay, todas las ideas y todas las ganas por hacer son combustible para que el motor siga activo, para que continuemos.

1 comentarios:

Reo del Tiempo | 2 de enero de 2012, 6:12

Defendamos la soberanía del autor sobre sus obras. Propiedad intelectual si, propiedad privada no. Los terrenos y los materiales ya estaban ahí, el arte se crea de la nada.