Lo natural


Antes de servir en los platos, analicemos un momento la mesa.
Es importante construir. No edificar centenares de inmuebles, sino generar un diálogo en el que las cosas vayan a mejor. Y en estos tiempos una conversación es algo muy difícil. Lo frecuente: monólogos que se entrecruzan, soliloquios de chigre alternados con otros soliloquios de chigre. Aunque nadie esté en un chigre (que, entonces, peor todavía). Y entendamos que una conversación no son palmaditas en la espalda, qué guapo eres, qué bien todo, hasta mañana. Conversar con el compromiso de que aquello lleve a algún sitio. Aunque no se acabe en la misma orilla, aunque quienes conversen acaben por hacer recorridos opuestos.

Esto es tan obvio que te tira de la silla o te saca a golpe de click. I know it.
Pero es que la sopa que viene está caliente y mejor miramos antes el mantel (que se manchará) y si hay cubiertos o no.

No estar de acuerdo no es un problema, aunque sí que puede darnos muchas veces la solución. Discrepar, levantar la voz, "contestar" no es una agresión, aunque sí puede ser una respuesta a una agresión.

Perogrulladas o capatatio benevolentia para sensibilidades difíciles en tiempos de soliloquios, la sopa.


Dicen que lo natural es que al llegar un nuevo partido al poder (de una alcaldía, una diputación, comunidad o estado) se ponga a los suyos. Sin duda, es lo habitual. Los cargos se van ocupando por personas de confianza para los nuevos responsables públicos y así es y punto.
Poner a dedo, lo llaman.
Lo es.
Lo es con ese tono despectivo cuando se hace con dinero público (en la empresa privada se llama selección de personal, decisiones de recursos humanos y poner a dedo -de nuevo- cuando la decisión jode al emisor en cuestión).
Por esto, a muchos les cuesta entender que algunos nos llevemos las manos a la cabeza y el cabreo a la garganta con la destitución de hace una semana. Porque que un gobierno nuevo quite a cargos anteriores para poner a su gente es lo natural.
Lo cierto es que lo natural, es decir en la naturaleza misma de una gestión pública y por tanto -jé- transparente, sería aclarar los motivos tanto de las destituciones de los cargos como de las incorporaciones. Comunicar a los habitantes de esa ciudad, provincia, comunidad, estado, por qué se hace una cosa y se hace otra. Así como en qué se gasta el dinero. Así como con qué objetivos se llevan a cabo cierres o nuevas obras.
Lo natural es que quienes están en cargos públicos asuman que deciden y hacen en pro de todos y por tanto habrán de explicarse a todos.

Lo natural es pesado. Es papeleo. Comunicar cosas todos los días. Un rollo.
Pobres, espero que al menos les pague la pena el sueldo.

Y soy un tanto cansina con esto, con asumir como natural aquello que se hace por defecto (no por virtud), asumir como natural -con ese tonillo místico de copypaste, trascendental e inevitable- lo que son actitudes despóticas, sin justificación, irresponsables e irrespetuosas; porque me pregunto qué pasará cuando esto (tan natural) sea norma.
Cuando se traslade esto de lo público a lo privado, y tampoco necesiten un sólo motivo para echarte de tu puesto de trabajo.
Pienso, si es natural quitar de su puesto a alguien sin más motivo que "lo natural", difícilmente se le puede exigir a quien llega nada, porque va implícito en esa naturalidad.

O será que en el fondo esta sopa (que es con minúsculas pero que también quema) me sabe rancia. Con ese regusto a "todo es natural, ley de vida, y cien convencionalismos más mientras no me pase a mí" tan nuestro. Tan cainita.

Mal de algunos, consuelo de tontos.
Hay quien tira de refranero mientras se queja del ruido en la calle.



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