Positivamente mal


Con tantísima inestabilidad (difícil pensar ahora, como escribía Abraham Gragera, que tiene nombre de milagro) debemos reconcerle a los políticos algunas certezas.

Dos, por ejemplo: que no saben hablar y que nos toman por tontos.

Nada de esto es nuevo, por descontado. Pero ellos tienen la delicadeza de insistir en ambas, por si se nos olvida. 

Ayer escuchábamos a Rajoy decir (cito): "Sabemos positivamente que a los ciudadanos no les van a gustar estas medidas".

Está muy bien, porque saber algo negativamente es lo que otros consideramos "no saber". Por lo que saber sólo se puede saber de manera positiva, aunque lo que se sepa venga a ser un enunciado con un contenido mierdoso, como es el caso. 

Entonces, aparte de esa reiteración absolutamente inútil de la que hace uso este señor tan soso que (nos) gobierna, para qué decir "positivamente". Pues por el mero hecho de introducir un término de caracter positivo (y ya que estamos, vamos a ser burdos explícitos) en una frase con evidentes malas noticias.




Todo esto,  por otra parte, importa más bien poco.

Más ahora que cualquiera en el bar o por la calle opina sobre educación (aunque no hayan abierto un libro de 4º de la ESO en su vida y no sepan resolver una ecuación de primer grado). Más ahora que cotejar periódicos, investigar o leer está mal visto. Y ahora que las ONGs se venden a la voz de "Iker Casillas colabora con nosotros" o "David Bisbal es uno de nuestros padrinos" -y así para qué hablar de lo que hacen en nosédóndequeamítotal-. 

Importa poco que los políticos hablen tan mal. 
Sabemos que hablan mal. Pero repetimos errores como copago. Pateamos el significado de muchas palabras, y de paso pateamos la esencia de muchos derechos.
Tanto Mariano Rajoy como Soraya Saenz de Santamaría se expresan con absoluta corrección, dice algún tertuliano a sueldo. 

Y servidora, filólogaparanada, sólo encuentra una explicación a este listón bajón y raquítico: el efecto Operación Triunfo. Ese por el que se llenaron las listas de principales, éxitos, cuarentas y cienes, de triunfitos con chorrazos de voz insorportable para canciones que iban de lo ñoño a lo hortera y que convirtieron a otros grupos que iban para mediocres o normalitos (La Oreja de Van Gogh, Efecto Mariposa, Ponga Aquí un Nombre Pomposo y Vacío) en "grupos consolidados y serios". 

Esto, y la de todos los días: que muchos males se nos curarían leyendo.  Pero claro...

Viñeta de El Roto (25 d'abril 2012. El País)

0 comentarios: