El orden del aprendizaje jalea los productos

A las pocas horas de nacer ya somos capitalistas por instinto. 
Sí, a esta frase sensacionalista le sigue una explicación más o menos bien traída. 

Igual que abrimos los ojos, para ver bien poco, nada más nacer cerramos las manos, para agarrar lo que cuadre, si algo cuadra. 
En el orden de botones de nuestro organismo que aprendemos a pulsar, entre los primeros está el de "coger".
El dedo del adulto incauto que nos esté poniendo ojitos.
Un mechón de pelo accesible del que tirar sin reproche alguno porque qué pequeños que somos.
Un trozo de manta, de tela, de papel, cualquier objeto despistado que esté en nuestra reducidísima área de control.
Cogemos. En castellano, no en argentino. Mas cogemos.
Para lo de soltar, sin embargo, no hay prisa. Engañaremos a muchas y muchos que sentirán que nuestro agarre fuerte a su índice o anular es amor cuando realmente es que no sabemos todavía soltar. 

Poseer y no soltar. O más comprensible: coge el dinero y corre. 
Antes de nada, somos capitalistas. 


Agarra lo que puedas y ya se verá luego. 

(ILUSTRACIÓN: coloque aquí la foto de su corrupto favorito, a excepción de los políticos islandeses, quienes han tenido que responder por su agarre.)





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