Esas porquerías que compran los pobres

Pilar Sol lo tiene claro. En esta vida hay cosas adecuadas y cosas que no son adecuadas. Una tele de plasma, por ejemplo. Siempre que tengas un trabajo como diosmanda, en el que por ejemplo te paguen los 33.049€ brutos anuales (a los que sumar 5.118€, si no se tiene otra ocupación) por ser diputada en el Parlament de Valencia, es adecuado. Si, por el contrario, formas parte de esa "lacra social" que son los desempleados, los ahogados por sus hipotecas, los que no llegan al fin de nada ni poniéndose de puntillas, entonces no es adecuado.
No hablemos de prioridades, hablemos de castas. Pilar Sol lo tiene claro. Hay dinero público (de todos, dinero que ponemos todos, hasta los desempleados, los ahogados por sus hipotecas, los que no llegan...) que bien se puede emplear en un iPhone 4S, un iPad, un PC en el despacho, módem 3G por diputado en el Parlamento español. Aunque nos conste que muchos de esos usarios de equipamiento pagado con dinero público no saben ni reenviar un correo electrónico. Ahora, si el dinero público se destina a gente necesitada, se entiende que es para cubrirles esas necesidades. 
Pero claro, que hay que explicárselo todo: las necesidades es que vayan al súper y compren arroz, compren pasta y esos bricks de tomate de marca blanca. Que compren pañales para los cagones de sus bebés, y un bote grande de champú para toda la familia. Pero es tan español el pillaje, tanta picardía, tanto lazarillo anda suelto, que oye, aprovechan cualquier ayudita para malgastar, para pretender ser lo que no son. ¿Tele de plasma el que no llega a fin de mes? ¡No con mi dinero, que es el dinero de todos!
No hablemos de prioridades, hablemos de castas. Y Pilar Sol, que al día siguiente presionadita la pobre se disculpó a través de las redes sociales (desde qué red, desde qué móvil, tableta digital, portátil) porque igual estaba precipitándose, igual no había pensado bien lo que había dicho. Le salió así, a Pilar, sin pensar. 
Como a Susanita...

Pero no vale. Una disculpa sirve para cubrir cierto decoro. Sirve como gesto porque se ha insultado, y se ha hecho desde un espacio público. Pero si todos estamos de acuerdo en que una persona racista no debe ser jurado en un juicio, deberíamos tener claro que una persona clasista no debería estar en ningún parlamento. A no ser, claro, que empecemos a admitir que esto no es una democracia. Que es otra cosa. Que la representación del pueblo en el parlamento es un cuento. Que los valores fundamentales se renuevan como los rollos de papel higiénico. Que vivimos bajo un sistema que, como Pilar Sol, lo tiene claro: ayudemos a los pobres a que coman (compren) las porquerías propias de los pobres.

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