Paraíso Postal. (La víspera)

Hace (ya) seis años y medio abrí este espacio desordenado y propio, y lo inauguraba hablando de una inauguración: la de El Desafío. Un montaje en el que contamos con los versos de doce admirados poetas. Nos ofrecieron palabra como arma y nos dieron su mirada desde el ring de boxeo. Desde el colectivo que surgió para el proyecto pude acercarme a cómo era esto de la cosa expositiva. Un acercamiento como de turista. 

Seis años y medio después sigo siendo una turista en esto de la cosa expositiva. Lo sé, lo noto en cómo veo el espacio, en cómo me muevo por él. Aunque matizo lo de turista, porque precisamente sobre esta manera de estar en aquello que se desconoce es sobre lo que trata Paraíso Postal. En estar unos y en cómo lo presentan otros. Turista entonces, pero sin espejismo ni plásticos protectores. Sin el adorno que es el mismo adorno en todas partes. Turista con las manos sucias, vaya. Más de hostal (o de camping!) que de hotel. O más de quedarme en casa de los amigos que allí viven. 

Son esos amigos los que, sin saberlo, me han orientado en estas andanzas. Como Antonio R. Montesinos -de quien nunca me canso de aprender, aunque él seguramente se sorprenda si le digo esto- o Job Sánchez -que es capaz de dejarme con sus colores, con sus formas, sin palabras, y mira que eso a mí me da mucha rabia, pero rabia de la buena- o amigos que pondrían (ellos, ellas) la mano en el fuego negándose artistas, pero que me hacen reflexionar, que me orientan, aunque sea en conversaciones desorientadas, como Berta D. Kaiser, Marta de la Aldea, Aníbal Menchaca o Alba González Sanz (y tantos que cada día me enseñan y que me dejo por nombrar ahora mismo). O el artista -y sé que el adjetivo a él, por ser para él en este caso, le da cien patadas- con el que vivo, junto al que vivo, en el que vivo: Juan Tizón llegó a desordenar felizmente. Y bien. 


Así que me lo he permitido. La autorreferencia. La pornografía sentimental. La blogger-nostalgia. Esto un poco. 

Mañana inauguramos un proyecto nuevo y después de tantas vueltas me he sentido libre, como hacía tiempo que no. Y volver a eso da, ahora lo entiendo, un poco de miedo. 

2 comentarios:

Anónimo | 18 de septiembre de 2013, 15:12

Sentirse libre, sensaciones que uno no recuerda y añora, espero que no te importe que un día de estos vaya a tomar prestada un poco de esa libertad, prometo devolvertela a la salida.

Madame M | 18 de septiembre de 2013, 16:19

Imposible no quererte, mucho menos no admirarte (o viceversa).