Un poema de Martín López-Vega

POLÍTICA

Como había leído a René Char
("Quien crea en el girasol no meditará dentro de casa.
Todos los pensamientos de amor serán suyos")
puse girasoles en el jarrón, al lado de las naranjas.,
a juego todo con tu vestido. Cúpulas doradas
entregadas a su rezo politeísta y nosotros
derviches giróvagos en torno a su alegría.

Sobre la mesa, los objetos se contemplan.
Cuando la mano los mueva
callarán y hablará la mano.
Escúchalos antes,
no tendrás otra oportunidad;
así con todo.

En un cuenco de madera con castañas
una granada y un membrillo son una ética.
Como dos partes de algo anterior ahora reunido
cuando intento pintarlos
el rojo huye hacia el amarillo y el verde hacia el naranja.

En la cocina humea aún
el té rojo con miel de brego, sin buscar la clave
de una emoción precisa (cf. Durrell, Lawrence, Collected Poems,
Dutton, New York, 1960, pp. 92-93), mientras de la calle
llegan por el balcón abierto las voces de los tenderos,
el chirriar de la cadena de una bicicleta,
una canción que no conocemos y cuyas notas
oídas al azar buscan su lugar bien dentro de nosotros
para volver otro día a turbarnos, sin saber por qué.

-¿Qué hacéis?
-Política.

Nos hemos detenido en medio del camino
que va del subiectum al subiectus, hemos pausado el dispositivo
para contemplar cada detalle del instante, las minúsculas
motas de polvo suspendidas en el aire de la habitación,
cada mínima grieta en las vigas de madera del techo,
el perezoso gato eslovaco, el tictac del despertador,
los libros apilados, la canción, las voces, la bicicleta...
Hemos detenido el tiempo y podemos movernos por su quietud.

-Esto es lo que la poesía enseña al mundo.
-Te parecerá poco.


de Martín López-Vega. La eterna cualquiercosa (Pre-textos, 2014)

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