Cuando los días se hicieron collage
La imagen en vivo de Sol bajo el sol del verano de Madrid. El paseo bajo los toldos. Los carteles. Las comisiones de trabajo. La asamblea de las 12h.
Un barrido de rabia gracias a la candidata del PP por L´Alfás del Pi (Alicante) Maite Huerta.
Hablar con Mario Fueyo sobre cambios, bajando la calle La Palma.
Ser críticos y ser molestos. Y sentir que el ser crítico es una manera de ser y no una opción. Y el ser molesto es irremediable, en tantos casos.
Enrique Cabezón en una calle de Logroño, al otro lado del teléfono, existiendo en los días, más en estos, hablando de las cosas que importa, del modo en que nos importan.
El Madrid oculto como una galería de terrazas que no se alcanzan pero existen. El vértigo.
El arte como militancia y entender el arte y entender el mundo del arte (y qué distintos las más de las veces) hablando con Antonio R. Montesinos. Entender también con la proximidad real tiene poco de fenómeno físico, y qué pocos entienden eso.
La novela que ella acabó y que yo estoy acabando (de leer). El sentir el tiempo comunicándose, casi irónico. La sincronía, los símiles. Las palabras que arden en la boca y el vértigo, de nuevo. Y cierta comunión al contarlo, como de pasado común que no nos vuelve, de espejismo abrazable.
Prisioneros de guerra que parecen estar de campamento mariano, según los documentales de la propaganda franquista. La carta que uno de aquellos presos no pudo enviar, no se encuentra, no aguantó, en la que le cuenta a un amigo, a una hermana, a una compañera, que han estado rodando una película y que los han lavado y les han obligado a sonreir y les han dado tabaco y sentado a la mesa con jarras llenas de leche.
Al margen, se prepara la Feria del Libro, nos reclaman trabajos, me preguntan por el futuro y se refieren al mío y no al de todos. Al margen, poemas que están al margen y poemas que no. Al margen poéticas y también actitudes. Como si en estas libretas pudiéramos sólo escribir en los márgenes, dejar en blanco las cuartillas.
Y Fernando Beltrán dice: Nuestros hijos han crecido
y un temblor, pensando en el poema "Sentado frente al mar". Aquellas hijas, que jugaban ajenas en la playa mientras una mirada sufre por aquello que aún no sucede, que quizás no suceda (Esta vieja obsesión / de sufrir por los hijos que no sufren).
Un barrido de rabia gracias a la candidata del PP por L´Alfás del Pi (Alicante) Maite Huerta.
Hablar con Mario Fueyo sobre cambios, bajando la calle La Palma.
Ser críticos y ser molestos. Y sentir que el ser crítico es una manera de ser y no una opción. Y el ser molesto es irremediable, en tantos casos.
Enrique Cabezón en una calle de Logroño, al otro lado del teléfono, existiendo en los días, más en estos, hablando de las cosas que importa, del modo en que nos importan.
El Madrid oculto como una galería de terrazas que no se alcanzan pero existen. El vértigo.
El arte como militancia y entender el arte y entender el mundo del arte (y qué distintos las más de las veces) hablando con Antonio R. Montesinos. Entender también con la proximidad real tiene poco de fenómeno físico, y qué pocos entienden eso.
La novela que ella acabó y que yo estoy acabando (de leer). El sentir el tiempo comunicándose, casi irónico. La sincronía, los símiles. Las palabras que arden en la boca y el vértigo, de nuevo. Y cierta comunión al contarlo, como de pasado común que no nos vuelve, de espejismo abrazable.
Prisioneros de guerra que parecen estar de campamento mariano, según los documentales de la propaganda franquista. La carta que uno de aquellos presos no pudo enviar, no se encuentra, no aguantó, en la que le cuenta a un amigo, a una hermana, a una compañera, que han estado rodando una película y que los han lavado y les han obligado a sonreir y les han dado tabaco y sentado a la mesa con jarras llenas de leche.
Al margen, se prepara la Feria del Libro, nos reclaman trabajos, me preguntan por el futuro y se refieren al mío y no al de todos. Al margen, poemas que están al margen y poemas que no. Al margen poéticas y también actitudes. Como si en estas libretas pudiéramos sólo escribir en los márgenes, dejar en blanco las cuartillas.
Y Fernando Beltrán dice: Nuestros hijos han crecido
y un temblor, pensando en el poema "Sentado frente al mar". Aquellas hijas, que jugaban ajenas en la playa mientras una mirada sufre por aquello que aún no sucede, que quizás no suceda (Esta vieja obsesión / de sufrir por los hijos que no sufren).
1 comentarios:
Un collage que nos deja conocerte mejor...
Salud y saludos!
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